El Papa Francisco escribe en Amoris Laetitia que desea animar a todos a que sean “…signos de misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo”. (AL5)
Así que, ¿cómo respondemos a esta llamada? Y, ¿cómo reflejamos la actitud de Jesús, que propone un ideal exigente, sin dejar de mostrar compasión y cercanía ante la fragilidad de las personas?
El Papa Francisco nos urge a redescubrir el significado y la importancia de la Misericordia, que es fuente de alegría, serenidad y paz, Pues la misericordia está presente desde la fundación de la Iglesia y es fundamental en la misión de Jesús.
Pero, como sabemos, vivir la misericordia no es sencillo, especialmente ante situaciones familiares difíciles. ¿Qué hacemos con aquellos que causan gran daño a otros y a ellos mismos, cuando han fracasado todos los intentos de ayudarlos? Y por otro lado, ¿de veras sólo hay una manera lógica de hacer las cosas?